miércoles, 15 de mayo de 2013

Cumplir tu sueño

Ha llegado el día. En cuarenta y ocho minutos por fin vamos a vernos. En cuarenta y ocho minutos por fin voy a quedar para siempre en tu corazón. En cuarenta y ocho minutos por fin vas a saber cuánto significás para mí.  
Hoy falté al colegio para preparar hasta el último detalle. Me desperté a las siete de la mañana, me bañé y me vestí con la camisa, el jean, los zapatos y hasta las medias y el calzoncillo que usé en aquel cumpleaños en el que bailamos un tema y en el que me dijiste ¿qué te pasó que hoy te vestiste bien? Me perfumé con CK One, que sé que te derrite, y salí a comprarte un ramo de rosas teñidas de celeste. Después volví, escribí la carta que voy a darte en unos instantes y salí. Pasé por la farmacia y enfilé para el punto de encuentro que acordaste conmigo sin saberlo.  
Sos siempre la primera en salir de la escuela. Es parte de la construcción que has ido haciendo de tu carisma. Falta un minuto para que suene el timbre, siempre tan exacto, y un minuto y veinte segundos para que salgás. Cuarenta y cinco segundos, treinta, quince. Saco la jeringa. Con pericia casi profesional me incrusto la aguja en la vena del brazo y me meto veinte milímetros cúbicos de aire. Ahí venís. Ya oigo tu voz. En el diario íntimo que robé la semana pasada de tu mochila escribiste que tu sueño es encontrarte un día a la salida del colegio con un chico que lleve una carta de amor para vos en una mano y un ramo de rosas celestes en la otra y que, delante de todo el mundo, caiga muerto de amor a tus pies.